Caminar no está permitido

Vivo en el municipio de San Pedro Garza García, la ciudad más rica en toda Latinoamérica. El fin de semana decidí ir al cine a ver Jojo Rabbit -la cual me encantó por su guion, cinematografía y combinación de comedia con drama. Cuando salí me percaté que tenía poca batería en mi celular y consideré innecesario pedir un carro que me llevara a mi casa, porque al fin y al cabo me encontraba a 15 minutos de distancia. ¿Qué podía salir mal?

Al caminar me percaté de las muchas complicaciones que tienen los peatones del municipio debido a los problemas estructurales de movilidad. Siguiendo los cruces peatonales tuve que girar a la derecha para caminar cuatro cuadras más que me desviaron de mi ruta.

Después de la dificultad que representa cruzar una calle, lo logré. Me adentré entre las calles aledañas a mi casa, y me di cuenta que, si en la calles y avenidas principales no hay cruces adecuados, menos dentro de las colonias.  Fui de esquina a esquina tratando de seguir las indicaciones y no logré encontrar ningún cruce para mantener mi seguridad como transeúnte vulnerable por los carros. 

Cabe también aclarar que las banquetas eran angostas, inclinadas y mal diseñadas; presentaban toda clase de irregularidades, el piso estaba quebrado y si dos quisiésemos caminar por ahí, tendríamos que ponernos de lado para pasar. 

Una de las principales actividades económicas del municipio es el comercio, y no sé si eso incite a construir partes de la banqueta con un grado de inclinación que desequilibra e impide el paso cuando hay carros que sin temor se estacionan.

A lo largo de mi recorrido y en los cruces que realizaba, los automóviles no tenían ningún respeto hacia mi movilidad. Aunque el semáforo estuviera en rojo y yo tuviera el paso como peatón, varios me pitaron. No entiendo por qué. ¿No comprenderán que ellos van en un carro y yo a pie?

Al llegar a mi casa pensé: ¿cuántas personas que recorren las calles todos los días a pie soportan la hostilidad estructural de la ciudad y las agresiones de los automovilistas? ¿Por qué sigue siendo el peatón el eslabón más vulnerable del sistema de movilidad? ¿Qué estamos haciendo para evitar que Nuevo León sea uno de los estados con mayor número de atropellos?

Para responder a las preguntas tendríamos que empezar a conscientizarnos sobre nuestros privilegios.

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